Es curioso como el futuro y el pasado a veces están unidos en un mismo momento, algunos dirían que en el presente aunque hoy nuestro ánimo es otro, nos referimos a una fecha señalada en el calendario, el día 21 de octubre de 2015. Una fecha en la que los coches ya no necesitan ruedas, ni gasolina (con una piel de plátano y una lata de Pepsi vacía tenían para muchas millas…)pero si seguros para clásicos , en un futuro distópico que dibujó para nosotros una película que, con el transcurso de los años, pasó de ser un divertimento para chiquillos a todo un icono cultural.
De Lorean
Sí nos referimos a la trilogía de Regreso al Futuro y del coche que se convierte en el principal protagonista de la trilogía, el DMC-12 DeLorean un bello vehículo, con alas de gaviota y exterior de acero inoxidable, que de no ser por su aparición en el film sería un deportivo sin suerte más de la década de los 80.
La realidad, a veces, supera a la ficción, aunque en esta ocasión eso va a ser imposible, sí creemos que la historia detrás de este icónico coche clásico-futurista ( menudo lío) sea lo suficientemente interesante como para que se merezca un espacio en nuestro blog.
Una nevera, esa era la primera elección de los guionistas para que el protagonista viajara atrás y adelante en el tiempo, aunque al final, con buen criterio, decidieron cambiar el medio de locomoción para no incitar a los jóvenes espectadores a realizar alguna intentona fatal al meterse en el frigo de casa.
John DeLorean un ambicioso ingeniero de la General Motors
John DeLorean, quien murió en 2005, fue un ambicioso ingeniero de la General Motors que desarrollo varios famosos «muscle cars» como los Pontiac GTO y Firebird. En 1973 decide dejar la compañía para iniciar un proyecto personal que le llevaría a fundar la DeLorean Motor Company (DMC), dicen que fue gracias a su carisma y fuerte personalidad que consiguió la financiación que su proyecto requería, unos 200 millones de dólares, siendo algunos de sus socios gente tan reconocida como el presentador televisivo estadounidense, Jhonny Carson.
Aunque el socio principal de su firma fue el Gobierno de la Gran Bretaña que aportó la nada despreciable cantidad de 100 millones de dólares a cambio de que la fábrica fuera instalada en Belfast, Irlanda del Norte, ante la acuciante necesidad de crear un tejido industrial sostenible como medio de apaciguar la convivencia entre las distintas facciones que pueblan aquella región de las Islas Británicas.
Dos años fue el tiempo que estuvo comercializándose el coche, 1981 y 1982, 9.000 el número de unidades producidas. El precio de los DeLorean era de 27.500 dólares de la época (unos 70.000 dólares a valor actual), 1982 fue un año duro para la economía, especialmente en los EEUU, lo que no contribuyó a la venta del vehículo. Graves dificultades financieras acuciaban al fabricante y en un rapto de locura parece ser Mr. Jhon trató de conseguir dinero fácil traficando con cocaína y sólo consiguió ser procesado por tráfico de drogas, aunque parece que finalmente fue absuelto. Esto tampoco contribuyó a la supervivencia de la industria que finalmente cerró.
Y nos dejó con un coche de película, literalmente, cuyo valor en el mercado crece cada año y que tiene clubs de propietarios en varios países del mundo. Un coche que algunos amamos no sólo por su bella imagen, hay que reconocer que los años le sientan bien, sino por las emocionantes aventuras que vivimos contemplándolo viajar por el tiempo de nuestros sueños más cinematográficos.
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