Cuando hablamos de fabricantes británicos siempre nos acordamos de Aston-Martin, Rolls Royce, Bentley e incluso de Land Rover o Mini, en todos los casos nos olvidamos de que ya no están en manos de capital británico, la propiedad de estas marcas hace ya tiempo que está en poder de distintas empresas al rededor del mundo.
Se proclama como el último fabricante realmente británico que aún sigue en funcionamiento, no es muy conocido entre el común de los mortales, veremos porqué
Pero puestos a buscar una empresa patria, y a partir de ahora los hijos de Albión (nombre primigenio de las islas británicas) las van a buscar con lupa, nos encontramos con Bristol Cars. El nacimiento de esta marca de automóviles se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial y nace tras la previsión del exceso de mano de obra por parte de la empresa matriz, Bristo Aircraft Company (BAC), tras el final de la contienda.
Para intentar dar carga de trabajo a esta plantilla que ha dejado de tener una tarea específica inicia la colaboración con AFN Ltd, fabricante de Frazer Nash, marca también británica dedicada a la producción de deportivos. La recién creada división de la Bristol y AFN empiezan a colaborar en el desarrollo de un motor basado en un BMW 6 cilindros, tomado como compensación de guerra de una de las fabricas bombardeadas en Munich, junto con planos, sistemas de suspensión…etc.
El primer modelo, un BMW de antes de la guerra
Para 1947 las relaciones con AFN han quedado rotas y BAC registra la marca Bristol Cars Ltd., es en ese año que aparece su primer modelo el 400, que podemos ver en la foto de portada de este artículo, y que es claramente una copia de un modelo BMW de preguerra, el 327, hasta la parrilla frontal es idéntica, así como motores, suspensión y otros detalles técnicos.
Versiones evolucionadas del motor seis cilindros de BMW equiparán modelos de la marca hasta 1961, en que empiezan a montar motores Chrisler, en concreto los V8 potentes y adecuados para los cada vez más pesados Bristol. El primer modelo que los equipa es el tipo 407. Desde entonces y hasta nuestros días, todos los coches fabricados por la marca cuentan con motores Chrisler.
Exclusividad y discreción definen la marca
Bristol es un fabricante poco conocido, selectos y discretos (como reconoce el mismo fabricante) serían los calificativos más adecuados, como decíamos al principio, carece de concesionarios o distribuidores y se dirige directamente a sus clientes desde su sala de ventas ubicada en el refinado barrio londinense de Kensington. Y es que su sistema de fabricación artesanal y por encargo está dirigido a un selecto grupo de clientes, entre los que han contado con Peter Sellers, el expresidente americano Jimmy Carter o un príncipe de Tailandia entre otros muchos personajes de la alta aristocracia.
Tras la última excentricidad británica, por utilizar un eufemismo suave, van a poder disfrutar mucho más de estos coches exclusivos y carísimos. De acuerdo que son para muy pocos, los últimos reportes de producción hablan de no más de 100 unidades producidas al año, pero eso es lo que tiene aislarse, que uno tiene que contar con sus propios recursos al despreciar los que ofrecen el resto.
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