A principios de los años 50 del siglo pasado la situación en toda Europa era difícil, la escasez de recursos era la norma, España no andaba muy lejos, posguerra y aislamiento hacían complicado disponer de un medio de locomoción para cualquier ciudadano de a pie. Bicicletas y motos eran lo más común, con las fronteras cerradas a la importación y la nula producción nacional los coches eran objetos de lujo al alcance de muy pocos.
Un vehículo para tiempos difíciles, creado por un ingeniero que supo adaptarse
Mientras tanto en Francia, que también padecía dificultades similares tras la Segunda Guerra Mundial, un famoso y septuagenario ingeniero diseñador de aviones durante la Primera Guerra y coches de lujo a partir de ésta, Gabriel Voisin, había creado un pequeño vehículo que vendría a paliar la escasez española.
Creado para el mercado francés triunfó, sin embargo, en el español
El ingeniero francés consciente de los tiempos que corren en esos duros años 50, opina que los grandes y pesados coches (en contra de su propio pasado, cuando diseñaba y vendía voluminosos y aerodinámicos automóviles) arrastraban muchos prejuicios desde el principio de su historia. Arguye que gran parte de la potencia del motor que un coche lleva está destinada a mover una pesada e innecesaria carrocería, grandes motores y un exceso de ornamentación, por eso afirmaba que el Biscooter (nombre original del vehículo, parece que hace referencia a un scooter con cuatro ruedas…) había sido diseñado con goma de borrar.
De forma muy hábil consigue crear un minicoche que cumple con las premisas básicas que considera, acorde a la época en que vive, imprescindibles: funcionalidad y sencillez. El vehículo diseñado podía transportar a dos adultos y a un niño a 60 Km por hora, con un motor de 125 cc. Pero se encuentra con un problema, ya no tiene la propiedad de su empresa, Avions Voisin y los gerentes rechazan su idea, a pesar de la exitosa presentación de varios prototipos en el 37 Cycle Show de París en 1950.
Oportunidad, visión y acierto, arriesgada apuesta, en este caso funcionó
En 1953 tres jóvenes emprendedores en nombre de la empresa barcelonesa Autonacional, visitan al ingeniero y le hacen una propuesta que no puede rechazar. Quieren producir su vehículo para el mercado español, desde un principio la idea le seduce y da su apoyo a la iniciativa.
El vehículo era económico, práctico y sencillo, tres palabras que encajaban a la perfección con las necesidades del consumidor de la época, tengamos en cuenta que el vehículo sale a la venta por 28.600 pesetas, el sueldo de tres años de un trabajador medio, un precio elevado que sin embargo es la mitad de, por ejemplo, un 2 Cv.
Desde un principio el ingeniero Damian Casanova se hace cargo del proyecto de adaptación, con la colaboración entusiasta de Gabriel Voisin, la mayoría de las ideas originales se mantienen, sólo un cambio es importante, el motor un Hispano-Villiers de 200 cc mientras que el que originalmente montaba un Gnome-Rhóne de 125 cc, lo que implica el rediseño del capó que se hace más grande para dar cabida al nuevo motor.
En 1954 empieza la producción, su presentación se llevó a cabo en la Feria de Muestras de Barcelona en 1953, el primer año los obreros de la fábrica (la distribución del vehículo comienza en marzo de ese mismo año) consiguen producir 300 unidades al mes. Las dificultades son múltiples, carencias en piezas y suministros hacen que incluso se recurra al estraperlo de rodamientos desde Francia ocultos en ruedas de recambio.
El éxito de ventas del Biscúter es total, para los parámetros de la época, al final de su período de fabricación se habrá alcanzado la cifra de 12.000 unidades. Se produjeron modelos mejorados de la versión original, como el 200-A con arranque eléctrico y marcha atrás, o el 200-F Pegasín, «la rubia» como llamaban al 200-C comercial y el camioncito 200-I.
Brilló durante el tiempo que le tocó vivir, después otro ocupó su lugar
Pero tan fulgurante fue su nacimiento como su desaparición, en la Navidad de 1959 la fábrica paraba sus máquinas, la liquidación de la sociedad aún tardaría unos años. Las razones fueron múltiples pero, fundamentalmente, la aparición del SEAT 600 con un precio en ese momento de 70.000 pesetas cuando el precio del Biscúter había ascendido hasta la cantidad de 60.000 pesetas. La carencia de materiales en una economía de escasez hizo que el gobierno cortara el suministro de aluminio para el Biscúter en favor de la nueva apuesta industrial que representaba la SEAT.
Cumplió su cometido, el fantástico Biscúter o «la Zapatilla» como se le llamaba de forma coloquial, obra del ingenio de un francés y el tesón y la habilidad para improvisar de un grupo de emprendedores españoles, vivió su momento, dio cobertura a una necesidad justo cuando surgió. ¿Cómo habrían evolucionado, de haber sobrevivido, la empresa y el concepto? eso nunca lo sabremos.
Para nosotros nunca pasará de moda ningún coche clásico, todos son de nuestro agrado!!