Seguimos hablando de «primeros», esos valientes pioneros, locos de remate, con ideas completamente fuera de contexto ( y más en un país como el nuestro). Fueron gentes que podían ser calificadas como extrañas para lo que se da en nuestra tierra, alguien con la lengua más afilada que la nuestra los llamaría directamente extranjeros (pues no encajan con el «españolito medio», si hubieran nacido en Francia, Inglaterra o Alemania habrían sido considerados personajes sobresalientes entre sus conciudadanos, pero aquí, en nuestra querida piel de toro, no sólo han sido olvidados sino que, con la certeza que nos da nuestra historia, es seguro que fueron considerados, por sus coetáneos, unos completos idiotas).
No escasea gente valiosa entre nuestros compatriotas, tampoco el mal trato que se les dispensa
No somos cínicos, no es eso, solo queremos ser honestos y reconocer el perfil patrio. No vamos a psicoanalizarnos ahora, sólo patalear un poco y mostrar nuestra frustración, que se encuentra entre las razones que dan vida a este blog, ya lo decíamos hace unos días, tratamos de poner en valor nuestra historia y la de nuestra gente, al menos en la parte que nos interesa, el motor clásico. Vamos a ello.
Emilio de La Cuadra Albiol fue un ingeniero valenciano con formación militar y de reconocida pericia en temas eléctricos (muy novedosos en aquella época), no en vano había conseguido una envidiable situación financiera gracias al desarrollo de una central eléctrica en Lérida. Visitó en 1889 la Exposición Universal de París, al igual que nuestro ínclito Francesc Bonet Dalmau creador del Triciclo Bonet, quedando, también, prendado con la idea de fabricar vehículos automóviles.
Nuestro ingeniero inició su proyecto con motores eléctricos, algo que provocó su primera frustración
Funda en 1898, en la ciudad de Barcelona, la Compañía General Española de coches automóviles E. de la Cuadra, Sociedad en Comandita. Los primeros diseños, un coche, un camión y un ómnibus eran vehículos movidos por un motor eléctrico, pero la carencia de baterías suficientemente potentes hicieron que optara por motores híbridos (como los de ahora… pero con muchos menos recursos), motores de explosión alimentaban grupos electrógenos que recargaban las baterías.
La necesidad de obtener un producto comercial que pudieran rentabilizar su inversión le hizo comprometerse a entregar a un cliente local el pedido de un ómnibus eléctrico que decidió presentar ante la prensa y el público en general como estrategia publicitaria. El resultado fue un rotundo fracaso, el vehículo avanzó unos metros y quedó trabado si posibilidad de movimiento alguna.
Motores de explosión que no llegaron a tiempo
Tras este estrepitoso fracaso Emilio decide, aconsejado por un colaborador suizo llamado Mark Birkigt, pasarse a los motores de explosión. Tiene tiempo de fabricar varios automóviles, los primero que un fabricante en suelo patrio lanzó al mercado, antes de que su precaria situación financiera lo llevara a la quiebra.
La iniciativa de este ingeniero tuvo un resultado inesperado, ser la semilla sobre la que se construiría la más grande de las industrias automovilísticas netamente españolas, la Hispano-Suiza.
El principio de la historia, el origen de nuestra afición. Consigue tu Seguro Online!!