Seguimos publicando artículos sobre la historia del motor en este nuestro blog de correduria de seguros de coches clásicos, aunque puede que en esta ocasión no lo parezca, vamos a hablar sobre un fabricante checoslovaco que tuvo una gran influencia tanto en el desarrollo de la gran guerra como sobre modelos y diseños que han llegado hasta nuestros días y que, desgraciadamente, no ha recibido el reconocimiento que se merecía, a pesar de todo algo de justicia poética hay en toda esta historia, como veremos a continuación.
Tatra, un arma secreta
Aunque el fabricante al que vamos a hacer referencia es originario de la República Checa, su nombre lo recibe de una cadena montañosa ubicada en la misma: los montes Tatras, tiene una fuerte vinculación con una serie de personajes vertebrales en la historia del siglo pasado, y de otros no tan conocidos, como el ingeniero austriaco Hans Lewinka.
Aunque no sea suficientemente conocido el fabricante no es uno más entre los muchos que nacieron entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, pues, de hecho, es el tercer fabricante más antiguo tras Mercedes Benz y Peugeot, y tiene a gala ser el creador del primer automóvil en Europa Central en 1897.
Pero realmente lo que llama la atención de su historia es la influencia, real, que tuvo en la evolución de la Segunda Guerra Mundial, los coches Tatra eran muy populares entre los altos mandos del ejército alemán, sus líneas aerodinámicas, su facilidad de manejo y potentes motores traseros atraían la atención de las élites del régimen. Pero había un pequeño inconveniente, los coches acostumbraban a volcar con facilidad en las curvas cerradas si la velocidad no era la adecuada, lo que provocaba en muchas ocasiones la muerte de sus importantes pasajeros. Tan alta fue la tasa de fallecimientos entre los oficiales del régimen Nazi, que su conducción fue prohibida por el mismísimo Führer, mientras, con cierta sorna, los aliados empezaron a llamarlos el «Arma Secreta Checa».
Pero no queda ahí el amor demostrado por las élites alemanas de la época sobre estos vehículos pues fue Hitler quien reconoció su aprecio por ellos y decidió, tras sucesivas cenas con su diseñador principal, el antes citado ingeniero austriaco Hans Lewinka y el muy conocido Ferdinand Porsche, que los Tatra fueran los vehículos para sus carreteras. O al menos eso dice la leyenda, la realidad es que claramente muchos de los diseños originales de Tatra-Lewinka fueron descaradamente copiados por Porsche en su desarrollo del Volkswagen Escarabajo.
Lewinska no se tomó muy bien que sus desarrollos fueran utilizados sin ningún tipo de compensación o reconocimiento para su autor, y, ni corto ni perezoso, denunció ante los tribunales al famoso ingeniero, pero su demanda se vio truncada por el final de la guerra y por su paso por la cárcel por colaborar con el régimen Nazi. No obstante siguió en su empeño y en 1961 un tribunal alemán reconocía sus derechos y era indemnizado con 30 millones de marcos alemanes.
El fabricante, tras el telón de acero y dentro de la órbita comunista, siguió fabricando coches hasta 1999 y, a partir de entonces, ha centrado su actividad en la fabricación de camiones con tracción total. No obstante muchas de las innovaciones que aportaron modelos de los períodos aquí citados no han sido superadas ni por diseños actuales, el índice aerodinámico del Tatra 77a de 1935 (0.212) es aún una marca difícil de mejorar. Sin más por hoy desde nuestro blog de correduria de seguros de motos clásicas.