Creador de motores en miniatura perfectamente funcionales, impulsados por aire comprimido, con unos niveles de precisión excepcionales.
Impresionados, así nos hemos quedado tras visualizar un vídeo que nos ha compartido un aficionado. No conocíamos la existencia de este ingeniero naval jubilado que decidió ocupar su merecido tiempo de descanso en recrear motores a escala, plenamente funcionales y con una precisión sublime. Y es que tras jubilarse y encontrar un torno viejo, medio oxidado, decidió que dedicaría su jubilación a modelar desde cero, dice que todas las piezas son de fabricación propia excepto los tornillos, esas miniaturas realmente sorprendentes.
Hace unos meses hablábamos de un ingeniero canadiense antiguo empleado de IBM que creó dos motores a escala de Porsche y el valor por el que habían sido subastados por Sothebys en Nueva York el pasado mes de diciembre.
Un minúsculo motor, una máquina de precisión exquisita
Pues comprobamos con orgullo que también hay gente con iniciativa, voluntad y sabiduría en nuestra tierra. Como muestra basta echar un vistazo al vídeo que presentamos arriba, un motor V12, que funciona con aire comprimido y que Motores Patelo, Patelo es el apelativo cariñoso con el que es conocido este hábil ingeniero, ha creado y dedicado a sus nietos. Cuenta con sólo 12 cm3 de cilindrada, es posiblemente el motor de su clase más pequeño del mundo, el diámetro de los cilindros es de ¡11,3 mm! la carrera es de 10mm. Los materiales empleados son acero, aluminio y bronce. Al final del vídeo podemos ver los fríos números que describen su esfuerzo: 261 piezas, 222 tornillos y 1.220 horas de trabajo.
Otra creación sorprendente, por complejidad, belleza y fluidez
Para redondear tanta belleza basta ver la suavidad de su marcha, el movimiento fluido de todas sus piezas. Y, como no podía ser menos, hemos encontrado en su canal de Youtube otro magnífico vídeo de un motor en miniatura, W32, otra maravilla. Realmente sobran las palabras basta sentarse a contemplar y disfrutar de tan excelsa mecánica. Un tiempo de trabajo, en este caso, de 2.520 horas, 850 piezas y más de 600 tornillos, ahí es nada.
Es grande el ánimo de este gallego, ahora radicado en la ciudad coruñesa de Noia, y que trabajó durante muchos años como inspector de máquinas en Las Palmas, el objetivo de su pasión es motivar y enseñar a las nuevas generaciones, a parte de disfrutar porque confiesa que le encanta lo que hace, un hombre afortunado. Que no descansa, sus proyectos son muchos e inagotables, aunque reconoce que a sus 74 años no puede dedicar al día más de 4 o 5 horas a su afición, hasta hace poco eran unas diez horas diarias.