Es fascinante la historia del motor, en nuestro artículo anterior hacíamos referencia a un modelo de Maserati que nos parece contundentemente bello, es más, conforma, a nuestros ojos, la quintaesencia del concepto de coche. Sus formas, su motor, historia y diseño lo hacen muy especial a nuestros ojos, el diseñador que lo vistió ocupa hoy nuestras páginas.
Nacido en Turín llegó a estar entre los principales carroceros y diseñadores italianos de los años 50 y 60
Fue un chico de su tiempo, nace en el Turín de principios de la segunda década del siglo pasado, cuando la FIAT está en plena expansión y es un referente industrial y de desarrollo, el propio padre de Pietro trabaja en la firma. Recibe formación en la Scuola Allievi Fiat, un centro de formación creado por Giovanni Agnelli en 1922 para proveer de mano de obra cualificada a su empresa, que operaba ya en aquellos años a escala mundial.
Cuando acaba su formación en la Scuola y su período de prácticas en FIAT, a los 17 años, empieza a trabajar para Stabilimenti Farina, cinco años más tarde, a la edad de 22, Frua es nombrado jefe de diseño (algunos dicen que durante esa época influyó en los primero prototipos de la icónica Vespa). Uno de los hermanos Farina, el más pequeño (pinin en italiano), Battista Farina, se establecería por su cuenta en 1930 como Pininfarina, pero esa es otra historia. En 1938 Pietro Frua monta su propio estudio.
Emprende un nuevo camino tras la II Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial el trabajo de diseñador de automóviles escasea y tiene que dedicarse al diseño de coches para niños, hornos eléctricos y complementos de cocina. En 1944 previendo el fin de la guerra Frua compra una fábrica bombardeada, contrata a quince personas, y la equipa para el diseño y la construcción de coches.
El primer modelo que conocemos de Frua es el Fiat 1100C Spyder de 1946, a continuación Maserati y su A6G, al que ya nos hemos referido anteriormente. En 1957 Frua vende su pequeña empresa a Carrozzeria Ghia de Turín, y lo nombran responsable de diseño, pero en esa época una disputa por la «paternidad» del Renault Floride lo impulsa a dejar la empresa y montar su propio estudio de nuevo.
Referent mundial en diseño, colabora con multitud de fabricantes
En esa época Frua ya se codea con lo más selecto de los carroceros y diseñadores italianos, solicitado por casi todos los fabricantes activos de su tiempo podemos ver su firma en multitud de modelos, Panhard, Peugeot, Renault, Maserati, Volvo, BMW (en realidad colaboró con Glas hasta que fue comprada por esta última), Rolls Royce, AC, Jaguar, Porsche, Ford…etc. Existe incluso una versión muy especial de un cupé Citröen DS, denominado GT 19, del que solo llegaron a fabricarse una docena.
Prolífico y diferente demostró su buen ojo hasta el final, arriba una imagen de un curioso Lamborghini de cuatro puertas (uno de sus últimos diseños), el mercado había cambiado en la década de los setenta. Mientras la demanda de diseños exclusivos para clientes concretos (que era la brillante especialidad de Frua) desaparece el mercado se decanta por la producción de prototipos plenamente funcionales en un plazo de tiempo muy corto. Pietro Frua fallece en 1983 y nos deja un legado inmenso de ideas y diseños que perduran, dicen que su mano aún puede verse en los frontales de los BMW actuales.
Los diseños de Frua son únicos, tanto como sus coches clásicos lo son para nosotros.