Pasado el trance de la Primera Guerra Mundial la compañía se encontró en una situación muy ventajosa, por una parte sus recursos financieros habían crecido considerablemente, por otro, los esfuerzos llevados a cabo para la creación y mejora de los motores de aviación dieron pie a una serie de desarrollos tecnológicos punteros.
Como cualquier historia la de este fabricante también tiene luces y sombras, entramos en su período más brillante
Para que no todo fuera perfecto el gobierno francés entra en escena con una peculiar forma de agradecer la aportación de la firma a los esfuerzos de guerra, argumentando que la empresa ha logrado grandes ingresos durante el conflicto, trata de cobrar un elevado gravamen a Hispano-Suiza. Al tratarse de una empresa de capital español, y gracias al tratado de 1862 por el cual las empresas de ambos países pagarían solo impuestos a sus haciendas nacionales, el propietario de la empresa, Damián Mateu, se niega en redondo.
El gobierno de España se ve forzado a intervenir y se produce un conflicto entre ambos países que debe ser dirimido por una corte internacional, el fallo es favorable de España pero en el acuerdo obliga a que la parte de Hispano-Suiza radicada en Francia sea gestionada por una sociedad radicada en ese país. Al principio el capital mayoritario de la misma corresponde a la firma matriz española, con el transcurso del tiempo y tras sucesivas ampliaciones el equilibrio accionarial se altera a favor de capital francés. La nueva sociedad tendrá pleno derecho para usar patentes y marca, compartirán también la figura del director técnico en la persona de Marc Birkigt.
El H6B uno de los mejores coches de la historia
Decíamos en nuestro anterior artículo que en 1919 se presenta un nuevo modelo de la marca el H6B en él se aplicaron todas las innovaciones desarrolladas para los motores de aviación. El nuevo modelo cuenta con un motor de 6.600 cc y 6 cilindros en línea con árbol de levas en cabeza, dos bujías por cilindro, carburadores de doble cuerpo, el bloque de cilindros está formado por una sola pieza de aleación ligera. Aportaba además una solución innovadora y única, los servofrenos, cualquier ayuda era bienvenida para activar los pedales de freno de esos pesados vehículos. Esta innovación pronto sería licenciada a otros fabricantes como Rolls-Royce, Renault o General Motors. El modelo es un éxito absoluto, estaría en producción en la fábrica francesa hasta 1932.
En 1924 aparecería el H6C de 8 litros, también orientado, como su hermano menor, a un segmento de público muy exclusivo. Prueba del éxito de la producción de Hispano-Suiza es la cartera de clientes de que puede presumir, entre la que se encuentra los más granado de las casas reales del mundo, España, Suecia, Egipto, Afganistán, Mónaco, Gran Bretaña, Persia…etc. Y entre los personajes más señalados de aquella época, Einstein, Pablo Picasso, Guggenheim, Vanderbilt, y un larguísimo etcétera de industriales que hoy nos suenan sólo por sus marcas comerciales, Ford, Cartier, Tissot, La Coste…
Años 30 un destello antes del final
Hispano-Suiza fue la marca referente en los coches clásicos de lujo, pero la competencia no se queda quieta, para no perder su impronta y ante los envites recibidos, en 1931 Hispano-Suiza Francia presenta el J-12, un vehículo dotado de un motor de 12 cilindros, 9.500 Cc. y 220 CV capaz de superar los 170 km/h y pasar de 0 a 100 en 12 segundos. Es un vehículo imbatible por prestaciones y calidad, en 1934 se presenta con un motor aún mayor, 11.310 Cc., 220 CV que alcanza los 200 Km/h.
Son tiempos de desmesura y derroche comienza la década de los años 30, a pesar de algunas dificultades la situación, aún, es esperanzadora. Pero la alegría dura poco, grandes y oscuras nubes de tormenta se divisan ya en el horizonte.