Y es que Nico Rosberg tras ganar su primer y único mundial de F-1 en 2016 decidió retirarse y vivir la vida. Bueno realmente eso no es algo que haya reconocido de forma expresa pero a la vista de este vídeo podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que es así. Dicen que ha dedicado su tiempo, desde que dejó la competición, a montar una escuela de pilotos y a prodigarse por las Redes Sociales y parece que eso lo ha mantenido bastante ocupado. También está dedicando parte del tiempo a cuidar de sus coches clásicos en su residencia monegasca y hoy nos enseña uno de ellos, un Mercedes-Benz 300SL de 1955.
Un campeón de Fórmula 1 al volante de uno de los clásicos más deseados es un espectáculo poco común
Es gracia a la simpatía y generosidad de este ex-campeón que tenemos el vídeo adjunto donde podemos ver cómo es entrar dentro del coche, recordemos ese volante que se puede «apartar» para facilitar meter las piernas en el habitáculo, arrancarlo y conducirlo por algunas de las calles que forman el circuito del Gran Premio de Mónaco. Toda una experiencia, para algunos tal vez sea lo más cerca que estemos de un Mercedes 300SL, y para aquellos que lo hayan visto de cerca, seguro que es la primera vez que sienten cómo es conducir un F1 por las calles del principado al tomar una curva cerrada a más de 300 Km hora dentro de un túnel.
Un punto de vista muy especial
Curioso como se presta para filmarse a sí mismo con un par de cámaras instaladas dentro del coche, se sorprende y comenta al principio del vídeo cómo el coche arranca a la primera tras llevar varios meses sin ser conducido, laborioso el proceso de arranque aunque para aquellos que nos movemos entre clásicos tampoco es nada del otro mundo. Asiento aún tapizados en la piel original, y Nico comentando como es conducir un F1 por las calles por las que va cruzando…todo un documento.
Lo mejor del vídeo es ver a un Nico Rosberg emocionado conduciendo el 300SL de la forma que un coche con esas características se merece, sacando partido de toda su potencia y posibilidades, disfrutando del sonido de su motor cuando sube de vueltas, una experiencia incomparable. Un deportivo legendario y un piloto experto, innegable que es la conjunción perfecta, no son demasiadas las ocasiones en que podemos disfrutar de la suma de esos dos ingredientes y aún menos con un punto de vista tan cercano.
Ahora solo queda disfrutar el metraje y dejar que toda nuestra (sana) envidia se extienda por las reviradas calles del principado de Mónaco.